Manuel da vueltas de un lado a otro, el parto lleva ya casi como dos horas, es normal, doloroso pero normal pero todo merece la pena cuando Marisela escucha los llantos del pequeño. Manuel en cuanto lo escucha se pone loco de felicidad.
-Doctor: es un niño Marisela- le dice entregandoselo en una toalla.
-Marisela: doctor, dile a Manuel que pase.
El doctor se extraña de que este el aquí en vez de Santos pero al fin y al caba no es nadie para meterse en los asuntos.
Bárbara no ha podido dormir en toda la noche, piensa mucho en Santos, como le gustaría que todo fuera de otra manera.
Santos no duerme tampoco vive una vida que no siente como suya, nadie la explica nada, el quiere saber quien es la mujer que desapareció derrepente, esa hermosa mujer.
Manuel observa atontado al niño, Marisela no le mintió, ese hijo es suyo, ahora esta arrepentido de sus palabras pero tampoco puede dejar que se ría de ella.
-Manuel: quiero reconocer a este hijo como mió, que tenga mi apellido- le dice mirandola fríamente.
-Marisela: dame tiempo, te lo ruego- dice intranquila.
-Manuel: tu puedes hacer lo que quieras, estar alado de Santos, pero este hijo es mío y quiero que a si sea ante todos- dice insistentemente.
-Marisela: pero para mi eso sería una humillación muy grande, ¿Qué pensarían todos?- dice desolada porque lo ve muy decidido.
-Manuel: no me importa la gente-dice duramente.
-Marisela: dame un poco de tiempo...- dice abrazando al niño.
-Manuel: 2 semanas para que cuentes toda la verdad sino lo haré yo- dice cogiendo al niño entre sus brazos.
-Marisela: por favor no discutamos ahora...- dice con un tono de voz muy suave.
-Manuel: tienes razón dejemos las cosas, ¿Cómo lo vamos a llamar?
-Marisela:me gustaría que fuera Lorenzo como mi papá- dice mirandolo fijamente.
-Manuel: Lorenzo Lombardo Barquero- dice orgulloso.
-Marisela: mañana mismo contaré la verdad...- dice decidida.
Pero las casualidades son a si, Santos se va a la capital para seguir con toda la rehabilitación, lo acompañan Cecilia y Antonio y los niños, salen a primera hora de la mañana, dejandole un aviso a Marisela ya que no podían esperarla.
Bárbara amanece muy cansada no ha dormida nada tiene como una especia de imaginación: Santos y él con el bebé, como le gustaría, cada vez le queda menos para salir de cuentas.
Marisela, Manuel y el pequeño Lorenzo se dirigen hacia Altamira con la camioneta ambos se sorprenden al saber que no hay nadie.
-Marisela: Santos tenía que ir a la capital por toda lo de la rehabilitación- dice aliviada por tener más tiempo.
-Manuel: Marisela en cuanto regresen lo vas a contar todo- dice claramente.
Bárbara piensa sobre su futuro y el del niño, ha decidido irse a la capital, para ser atendida pro los mejores médicos para su parto, empieza a hacer la maleta, se alojará en un hotel.
Pasado casi un mes, Bárbara ya ha sentido las primeras contracciones por lo tanto ya esta en el hospital, le duele mucho demasiado, los médicos estan preocupados y Bárbara muerta del miedo.
-Bárbara: ¿Qué pasa?- dice chillando por el dolor.
-Doctor: señora a lo mejor tenemos que realizarle una cesaria si se complica.
Bárbara tiene un parto muy duro pero cuando empieza a escuchar los llantos de su hija empieza a llorar de la emoción, los médicos le dan a la niña que esta en perfectas condiciones, es preciosa, destacan esos grandes ojos azules, Bárbara la coge abrazandola entre sus brazos.
-Bárbara: mi bebé, mi hija- dice abrazandola, se asombra porque tiene unos rasgos faciales parecidos a los de Santos.
Al día siguiente, Bárbara es demasiado cabezona y no tuvieron más remedio que darle el alta, con la niña cargada en brazos, se dirige a la cafetería del hotel necesita tomarse un café.
Lo pide y mientras espera alguien la observa directamente, esta solo.
-Santos: es ella, es la mujer- dice sin dejar de mirarla.
Santos se acerca hasta ella, cuando Bárbara lo ve se queda inmóvil, cogiendo muy fuertemente a la niña que duerme tranquilamente en sus brazos, Santos se queda mirando a la niña y le vienen unos recuerdos.
-Santos: ¿Puedo cargarla?- le dice, necesita cogerla entre sus brazos, la siente como suya.
-Bárbara: Santos...- le da a la pequeña.
Santos carga a la niña y le empiezan a venir una serie de recuerdos, Bárbara ya se acuerda.
-Santos: Bárbara- dice calidamente con la niña en brazos dejando asombrada a Bárbara.
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